miércoles, 18 de octubre de 2017

Amanecer en el Veleta y Elorieta (Sierra Nevada)


Corral del Veleta y Barranco del Guarnón. Último glaciar penibético.




Uno de los pequeños refugios que me han ayudado a pasar alguna noche. Loma de Cáñar.

El estrato de calima no auspiciaba buenas vistas.



Quien no ha estado de noche en el Veleta desconoce la sensación del abismo... Se ha perdido el contacto con la tierra; se está en el aire; se flota en el espacio... Es el vértigo invencible del vacío (Fidel Fernández).

Forzando un primer plano

Mi compañero recostado en el hito del Veleta.

Cuando ya el sol calienta nuestros cuerpos en la cima y alumbra las crestas de la cordillera basta volverse para ver que Granada y su extensa vega con todos los montes circundantes duermen aun en plena noche (Fidel Fernández).

Bajando por los Panderones me adentro un centenar de metros en uno de los pasos del tajo este del Veleta.

Otra toma del mismo paso con mi compañero al fonfo.

Una tercera toma.

Desde el Picacho hasta el collado hay una media hora de caminata por una pendiente desigual y sobre un piso de lajas apiñadas en caótico montón. (Fidel Fernández).

El paso de la Carihuela es el punto mas bajo entre el Veleta y el Puntal de Loma Púa que da inicio a los Tajos de la Virgen.

Si caminamos en silencio y sin movimientos bruscos nos podemos acercar bastante a ellas.

Los Tajos de la Virgen: itinerario elegido para acercarme hasta el Refugio Elorrieta.

Aquí aparece el sendero del que yo iba a prescindir casi del todo.

Es un terreno sumamente fracturado por donde hay que saber elegir los itinerarios.

Cualquier despiste me introduce en un pedregal en los que a veces es difícil progresar.

El terreno es siempre el mismo. Veleta al fondo. 

El único tramo "amigable" de todo el recorrido.

Desde la divisoria vistazo a la cabecera del río Dílar.

Mogote pétreo que parece mirar hacia el Caballo (al fondo e izquierda).

De nuevo las cabras en las cercanías del refugio.

Hace décadas la sierra estaba plagada de pluviómetros. Hoy apenas queda alguno en pie.

Esta serie corresponden el Refugio Elorrieta. 






Laguna y Lagunillo de Lanjarón, cabecera del río del mismo nombre. El Caballo al fondo. Entre una y otro Verea Cortá. 


Durante el descenso hay un trecho desde el que divisa el Lagunillo Misterioso.

Uno de los Lagunillos de la Virgen donde paro para comer y me reencuentro con mi compañero.

Uno de los Lagunillos de la Virgen, con escasa y cálida agua, lo que favorece el crecimiento de algas.

Al fondo -centrado- el pico Elorrieta donde se encuentra el refugio.

Como corderos al matadero: era muy atractiva la sombra aunque fuera dentro de un tiburón.

El complejo de Borreguiles con sus dos lagunas artificiales.

Prado Llano: estación invernal.

La sierra una exuberante mezcla de color y pizarra.


Otro de los refugios usados para pasar alguna noche. Cumbre del Mulhacén.


Fecha: 5-9-2017                                     Hoya de la Mora               5’15h.                   (2.500m.)
M.I.D.E.:5,4,3,4.                                    Veleta                                 7’30h.-8’00h.        (3.394m.)
Duración: 8h (Circular)                       Refugio Elorrieta              10’15h.                  (3.183m.)
Desnivel en subida: 950 metros           Embalse Yeguas                 11’45h.                  (2.900m.)
Temperatura: de 10ºC a los 19ºC        Hoya de la Mora               13’15h.                   (2.500 m.)



Dicen que me han de quitar
las veredas por donde ando;
las veredas quitarán,
pero la querencia, cuándo.
Evaristo Carriego



El año pasado, creo recordar que en julio, me impuse rememorar los amaneceres serranos de mi juventud e hice una ascensión nocturna hasta el Veleta (3.394m.) (aquí): las nubes no me dejaron apenas ver el sol hasta bien entrada la mañana, después, una magnífica jornada. Este año (soy insistente), lo he intentado de nuevo y tampoco con demasiada suerte, no le echaremos esta vez la culpa a las nubes pero sí a la amplia franja de calima (polvo africano en suspensión a la altura del horizonte) que ha deslucido bastante la ocasión y por qué no, a mi falta de imaginación y entusiasmo con el paso de los años.

Pero por qué no empiezo por el principio?. Hoy me acompaña J.M. (un amigo tan joven como yo). Combinando su petición de subir al refugio Elorrieta y mis propios deseos he elaborado un recorrido circular que intentara satisfacer a ambos: subida al Veleta, bajada al refugio Carihuela por el Panderón, crestear por los Tajos de la Virgen (3.224, 3.228, 3.201 metros) hasta alcanzar el Pico Elorrieta cuya cumbre ocupa el refugio del mismo nombre, mitad edificado, mitad excavado en la propia roca de su cima (3.185m.), bajada hasta los Lagunillos de la Virgen, Embalse Yeguas y de nuevo hasta el aparcamiento en Hoya de la Mora.

La luna –casi al 100%- nos ha sido fiel durante casi las dos primeras horas aunque, durante la ascensión, algunas lomas nos escamoteaban su luz dejándonos en mayor penumbra. Mi compañero, portador de frontal permanentemente me ha obligado a caminar a cierta distancia para evitar continuos deslumbramientos. Yo más acostumbrado o menos temeroso de la oscuridad apenas he hecho uso de mi luminaria: sólo cuando percibía que nos estábamos desviando de los senderos habituales. Durante la ascensión mi sombra se comportaba como la gloria: unas veces iba por delante y otras por detrás, pero casi siempre muy nítida.

Es llamativo, que para la mayoría de nosotros, las situaciones naturales no habituales nos desequilibren excesivamente: en un día de lluvia no ves a nadie sin protección, aunque no haga frío; caminar bajo la luz de la luna produce desasosiego e inseguridad a mucha gente aunque seamos capaces de ver con aceptable nitidez los accidentes del camino. Nos hemos alejado tanto de la naturaleza que no soportamos mojarnos, o simplemente caminar a la luz de la luna, e incluso, somos incapaces de disfrutar de un buen cielo estrellado porque la oscuridad nos produce desasosiego.

Cuando la luna se ha puesto (bella puesta, totalmente roja como un sol menor), ya estábamos algo por encima de Las Posiciones (3.000 m.), por lo que he decidido continuar la ascensión por la propia carretera y disfrutar con prolongadas miradas de un cielo profusamente estrellado, imposible en Granada. La tenue cinta blanquecina del viejo asfalto hacía innecesaria, hasta para mi compañero, la luz artificial.

Aunque ahora, con mis muchos años, no tienen los amaneceres desde el Veleta gran espectacularidad ya que las demás cimas situadas al este hacen que la aparición del sol sea rápida y sin nada en que reflejarse, siempre queda la ilusión de aquellas primeras veces, de niño o jovenzuelo, en que ateridos y soñolientos acudíamos a la llamada de los mayores, violentando ya la voluntad al salir de las “madrigueras” (construcciones diminutas –uno a tres durmientes- edificadas con piedra del mismo lugar muy cercanas a las líneas defensivas que atravesaban toda la sierra y que edulcoraban el insomnio con su escasa protección), para contemplar el espectáculo.

Reubicados los recuerdos, en uno y otro sentido, hemos descendido toda la loma del Veleta (Panderones) hasta el refugio de la Carihuela (3.225m.), donde mi compañero, cambiando de opinión, ha modificado el recorrido acordado decidiendo bajar y esperar en Los Lagunillos de la Virgen hasta mi regreso  por allá.

Yo, una vez informado de un recorrido en casa, circunstancia que habitualmente queda reflejada por escrito, salvo causa mayor, lo realizo. Así que me he encaminado por los Tajos de la Virgen hasta el refugio del Elorrieta, donde me he detenido para hacerle una visita algo más detenida que otras veces a la vez que desalojaba las numerosas cabras que había dentro de sus dependencias o merodeaban por los alrededores.

Hoy, liberado por mi compañero en su decisión, he decidido no seguir el sendero que recorre estas cimas por su ladera sureste y dejarme llevar, unas veces siguiendo hitos y otras por la intuición, un recorrido tranquilo y disfrutado por las cresterías de todas estas cumbres que sirven de unión entre el Puntal de Loma Púa y el Elorrieta (que no dejan de ser tres miles todos ellos). Es un recorrido entre peñascales, con zonas realmente abruptas en que hay que caminar por encima de enormes bloques desprendidos de los tajos cercanos, tajuelos que soslayar y crestas muy agrestes que no siempre he creído conveniente coronar.

Hacía tiempo que no intentaba hacer un recorrido “distinto”. Hoy (en soledad) el hacerlo con tranquilidad no me ha ocasionado ni demasiados titubeos ni ha supuesto temeridad alguna. He caminado despacio no tanto para no fatigarme sino para hacer durar el recorrido.

Este refugio (el más alto de los que pueblan el valle del río Lanjarón, el más amplio y en su día el mejor dotado), a pesar del interés y de los variados esfuerzos y peticiones por parte de diversos colectivos que claman por su recuperación, sigue sumido en su habitual abandono en el que parece que nadie, con capacidad de decisión, quiera inmiscuirse aunque sea para proporcionarle una nueva habitabilidad antes de que el tiempo acabe haciéndolo desaparecer o el deterioro sea tan grave que justifique la inacción.

La bajada usando el recorrido tradicional hasta los Lagunillos de la Virgen no ha tenido más interés que los ratos de charla en los encuentros con algunos senderistas que ascendían. Los lagunillos con escasa y muy deteriorada agua: por la acumulación de polvo sahariano y la abundancia de algas debido a las altas temperaturas de su lámina estancada, no presentaban hoy su mejor aspecto. Aquí me he reencontrado con mi compañero quejoso por sus posaderas doloridas debido a la larga espera y el duro asiento elegido.

Circundamos, en nuestra bajada, el Embalse de las Yeguas; tramo en que nos hemos cruzado con varios grupos que habían elegido dispares destinos, en distancia y ubicación. Más abajo el complejo estacional Borreguiles, con sus dos lagunas artificiales preparadas ya para la próxima temporada, para finalmente alcanzar de nuevo los aparcamientos en las inmediaciones de la Hoya de La Mora. Finalizamos la jornada de nuevo en la cota 2.500m., donde abandonamos el vehículo esta madrugada.     

   
* Las citas de Fidel Fernández corresponden a su libro Sierra Nevada.


Recordatorio: en nuestras salidas al campo sólo debemos dejar nuestras pisadas, todo lo demás: impresiones, fotos y residuos (orgánicos e inorgánicos), deben regresar con nosotros.

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