miércoles, 6 de agosto de 2014

Sulayr Tramo 18: Peña Partida - Cortijo de la Hortichuela (Sierra Nevada - Granada)

Puente sobre el río Genil a primera hora.

Casi todos los de la foto son tres miles.

Tajos de la Alcazaba y Mulhacén, cara norte.

En la cota 1.870, esta balsa alimentaba algunos bancales cultivados y se surtía a través de la acequia Chica.

Puente sobre el río Vadillo: cota 2.000. 

Río Vadillo con buen caudal a pesar de las fechas.

Árnica, muy usada por sus propiedades curativas.

Este era el objetivo de hoy, pero el apelativo "alto" se nos atragantó.

A media subida hacia el refugio, antigua cabaña de pastores.

Refugio de Peña Partida (2.450 metros y techo del sendero Sulayr).

Veleta desde nuestro particular "comedor".

Apartamento unipersonal junto al refugio

Algo por debajo del collado nace el río Vadillo.

Arroyos en el camino.

De nuevo el río Vadillo.

En la charca recuperada se admiraba cual "Narcisa en la fuente".

Refugio Calvario o Cortijo de los Lirios o Cucaracha (el más feo de los nombres y sin embargo el más conocido). 

Río Genil.

Éste Puente del Burro nos facilita el cruce del río Genil.

Construcción junto al río que siempre me ha encantado.

Antigua estación terminal del tranvía de la sierra: El Charcón.

Tramo de acueducto recreado en Güejar Sierra.


Fecha:1-8-2013                                                                              Mesón San Juan                                 7’35h.
M.I.D.E.:2,2,3,3.                                                                              Puente del Burro                                8’40h
Duración: 10h  Lineal (30Km.)                                                   Bifurcación y Balsa                          9’51h.                       
Desnivel en subida: 1.325 metros                                               Fuente Peña Partida                       12’25h – 13’00h.
Rangos de temperatura: de 13ºC a los 22ºC                             Río Vadillo                                          14’25h.
                                                                                                           Refugio Calvario                               15’30h.-15’45h.
                                                                                                           Mesón San Juan                              17’35h.


Hoy me acompaña mi amigo Antonio M. lo que le agradezco doblemente. Primero porque siempre es un placer y a ello contribuye él especialmente, con su compañía, sus comentarios y su actitud siempre positiva; y en segundo lugar por haber ocupado su último día de vacaciones aceptando el cambio de día propuesto por mí.

En conversación telefónica previa le había informado del “objetivo” que me había fijado para la salida de hoy, aceptándolo de forma inmediata, demostrando quizás un exceso de confianza en mi buen criterio. Aunque en honor a la verdad, siempre que en compañía camino, dejo claro que el objetivo es una meta a la que dirigirse, en ningún caso una meta que hay que conseguir a toda costa.

Amigo de madrugones, como yo, habíamos quedado en que me recogería en mi casa a las siete de la mañana. Mientras me acercaba hasta su coche, caminaba junto a una espesa chopera que usa una nutrida bandada de grajas para pernoctar cada noche. Un solitario y tímido graznido ha servido de espoleta para que toda la bandada respondiera elevando el tono a la vez que la frecuencia. En segundos me han demostrado que ya estaban todas bien despiertas aunque aun esperarían unos minutos para levantar el vuelo. Es un ritual que se produce todas las madrugadas, a la vez que el inverso se repite todos los atardeceres.

Buena parte del recorrido se solapa con la etapa 18 del Sulayr (Hortichuela–Peña Partida). La primera hora transitando por la Vereda de la Estrella en un caminar cómodo que por su escasez de desnivel y generosa anchura nos ha permitido ir cambiando impresiones sobre mil temas que surgían de forma espontánea. Sin duda uno de los placeres de caminar con una amena compañía.

La Vereda atraviesa diversos barrancos como el de La Loma del Muerto y el de Cabañas Viejas, ambos con agua antes de llegar al desvío que baja hacia el río Genil. Parte de la belleza de este tramo la aportan las diferentes especies arbóreas que ribetean el camino: arces, robles, fresnos, castaños quejigos, mostajos, y algún almendro que aparenta quererse precipitar barranco abajo en busca del agua.

Tras la corta bajada al encuentro del río, lo cruzamos por un puente de madera renovado totalmente recientemente. Se agradece el buen criterio de haber dejado el maderamen viejo dispuesto en las cercanías para asiento de los cansados caminantes. A partir de aquí comienza una exigente subida. Es el primer tramo de la Cuesta de los Presidiarios (400 metros de desnivel) que recibe ese nombre por ser el recorrido que estos presos hacían para alcanzar las explotaciones mineras de Vacares.

El sendero enlaza con el Refugio del Calvario (Cucaracha), pero nosotros vamos a obviarlo (dejándolo a nuestra derecha) tomando un ramal que nos aproximará hasta la bifurcación, a mayor cota que el refugio y una vez superado éste: a la derecha la vereda de Vacares (Collado, Laguna y Puntal), a la izquierda el tramo 18 que atravesando un pinar de repoblación de mediados del siglo pasado nos va a proporcionar sombra durante casi una hora.

Junto a ésta bifurcación nos encontramos con una amplia charca recuperada hace unos años, algo más adelante una corraleta -de la Umbría-. Caminamos por el trazado de una antigua acequia (Las Nogueras) lo que nos va a permitir, dada la falta de pendiente, un caminar fácil y distendido, propicio para los intercambios verbales que siempre hacen más corto y agradable el camino.

Voy atento porque estamos vadeando la amplia loma del Cerro de Mojón Alto (3.107 metros), nuestro objetivo propuesto para hoy. La falta de ánimo, la escasez de accesos practicables, y los más de mil metros de desnivel que nos separan de su cima nos hacen desistir de afrontarlo por esta cara oeste. Decidimos continuar por el cómodo lecho de la acequia hasta llegar al río Vadillo (2.000 metros).

Río que cruzamos por un humilde puente de tablones anclados sobre ambas riberas, lo justo para cruzar sin mojarse. Aquí, una explosión de color, la abundante humedad y un caudal pletórico ayudan a que la vegetación ocupe ambas márgenes. Los colores dominantes, el verde y el intenso amarillo de las floreadas árnicas (género compuesto por una treintena de especies: plantas perennes, herbáceas, con tallos florales largos y erectos).

Al verlas -Antonio- rápidamente las identificó relacionándolas con sus poderes curativos (emplastes para golpes y magulladuras) muy usados como remedio infalible por los inolvidables Zipi y Zape para paliar las consecuencias de sus múltiples aventuras.

Después del receso ascensional de la última hora nos enfrentamos de nuevo a una continuada y a tramos fuerte subida. Pero antes, el sendero acompaña durante unos minutos el curso del río manteniéndose a su vera, atravesando algunos prados y apenas separándose del cauce, perecería que le ha tomado querencia.

Hemos de salvar los 450 metros de desnivel que separan el río del refugio. Recorrido que salvamos por el sendero en zig-zag que se prolonga a lo largo de más de tres kilómetros. Al principio con recorridos cortos para al salir de la protección de los pinos hacerse más tendidos y largos,llegando a deambular por la loma casi de punta a punta en los últimos tramos antes de alcanzar el refugio de Peña Partida (2.450 m.).

Planteo a mi compañero dos posibilidades. Quedarnos en el refugio para comer o desplazarnos un par de centenares de metros buscando un nacimiento de fresca agua a los pies de unas peñas. Optamos por la segunda y hacia allí nos dirigimos. Es un discreto nacimiento de frescas aguas desconocido para muchos visitantes, ya que hay que desviarse para acercarse hasta él. Por otro lado dada su ubicación pasa totalmente desapercibido si no se sabe mirar bien o previamente has recibido referencias.

A la sombra de una de las grandes rocas que afloran en sus inmediaciones nos aposentamos listos para dar cuenta de nuestras provisiones, enviar algún mensaje a nuestras respectivas incluyendo alguna foto añadiendo, como no podía ser de otra forma el comentario, en este caso ambicioso: “vistas desde el comedor” que se le ocurre a Antonio.

Tras una relejada estancia nos decidimos a reiniciar la marcha, esta vez en bajada, lo que no garantiza que sea más cómoda aunque contemos siempre con la ayuda de la "amiga gravedad”. Antes de abandonar decididamente el paraje visitamos el refugio, como es habitual en mí, para mantener información fidedigna de su estado de conservación y limpieza.

Haremos una posterior y corta parada en el refugio del Calvario, mediado el regreso para también inspeccionarlo y a fe de ser sinceros, hay que admitirlo, porque la sombra de sus frondosos nogales ubicados en su fachada suroeste es una tentación a la que no sabemos sustraernos. Una corta parada al llegar al río Genil que aprovechamos para refrescarnos y ya estamos dispuestos para acometer la última hora de recorrido hasta el aparcamiento.

En el tránsito por Güejar Sierra, paso obligado, además de beber en una de sus numerosas fuentes (la del Ventorrillo), detenernos unos momentos después, ya a la salida de la población, para fotografiar tanto la noria como el acueducto. Obras de reciente factura que espero se conviertan en notas identificativas de la población.

Lo que en principio ideé como una ascensión al Cerro del Mojón Alto (3.107 metros) por su cara oeste se ha convertido en el recorrido de ida y vuelta de la etapa 18 del Sulayr.

Reflexiones en voz alta:
“En cuanto a los comentarios de la excursión que con "tanta sutileza" me  invitaste a hacer, he de decir que, después de muchos años sin pasar por esta zona tan emblemática de nuestra sierra como es la Verea de la Estrella, la Cuesta del Calvario... surgió algún pensamiento al respecto sobre cómo cambia el paisaje y la forma de encarar el camino a medida que transcurren los años. No ha sido lo mismo esta última caminata que las que hice por estos mismos lares con bastantes menos años. El sosiego que tiene uno con más edad hace que se valoren detalles que antes no se hacía. Además, el hecho de marcarnos un objetivo que, a la postre, no se cumplió, no supuso en ningún momento sensación de fracaso alguno, como hubiera ocurrido entonces, sino la de minimizar esa pequeña derrota y maximizar el hecho de haber pasado un buen día de excursión en buena compañía, admirando más los paisajes que nos rodean y disfrutando de esa paz que nos presta este tipo de experiencias”. (Antonio M.M.)

Recordatorio: en nuestras salidas al campo sólo debemos dejar nuestras pisadas, todo lo demás: impresiones, fotos y residuos (orgánicos e inorgánicos), deben regresar con nosotros.


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